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En nuestro blog, ya hemos visto maneras de ser más eficientes que se pueden aplicar en una tesis doctoral, como la metodología SMART. Pero hoy vamos a ver qué es el design thinking (DT) y qué ventajas ofrece la aplicación del design thinking en proyectos de investigación.

Tras el concepto, pasaremos a comentar las herramientas y usos de la metodología design thinking cuando se aplica a una investigación y, en especial, si te animas a usarlo en tu proyecto de tesis doctoral. Terminaremos con un breve paso a paso o guía para doctorandos e investigadores.

Qué es el design thinking y para qué sirve

Existen numerosas definiciones de DT, casi tantas como formas de aplicación. Para lo que te interesa si eres investigador o doctorando, preferimos esta: una metodología de resolución de problemas, especialmente adaptado para la investigación de problemas débilmente definidos, centrado en las personas, centrado en las posibilidades e impulsada por hipótesis de valor.

Combina la empatía por el objeto de estudio (deben ser personas, como pacientes o un sector de la población) y la inmersión en el contexto de un problema, la creatividad en la generación de ideas y soluciones, y un enfoque experimental basado en datos para la evaluación de la calidad de las soluciones.

Ventajas de la metodología design thinking

Se centra en las soluciones

Ya hemos mencionado que el DT es aplicable a problemas débilmente definidos. Con esto nos referimos a aquellos donde no hay mucha teoría o trabajos anteriores sólidos, bien por tratarse de nuevos saberes, bien por intentar ofrecer solución a problemas que han aparecido de imprevisto.

Por ejemplo, todavía no sabemos qué esperar a corto plazo de la inteligencia artificial, pero sí que hemos de estar preparados frente a usos no éticos. Si tu tesis trata sobre la seguridad del usuario o propone un software para detectar contenidos generados mediante IA y no señalados como tales, estarías enfrentándote a un problema débilmente definido, donde lo relevante es llegar a soluciones, no conocer qué teoría hay tras en fenómeno (en este caso, cualquier programa de IA para generar contenidos).

Mejora la eficiencia

Hemos visto tesis que describen la aplicación del design thinking en educación y marketing, pero también en campos como la enfermería. ¿Sabías que la forma de indicar a los pacientes por dónde deben dirigirse puede mejorarse con DT?

Acelerar la circulación de pacientes en un hospital, en procedimientos rápidos, como puede ser la extracción de sangre, es algo que corresponde a un campo nuevo: la ingeniería hospitalaria. Se trata de una especialidad multidisciplinar que debe tener en cuenta en todo momento al individuo (al paciente, sobre todo, pero también al personal sanitario).

Aplicable a nuevas disciplinas

El saber actual exige ir creando nuevos campos interdisciplinarios, para lograr la especialización requerida. Cuando preparas una tesis sobre una de estas nuevas materias, apenas existen fuentes para guiarse.
Entonces, además de elegir una línea de investigación basada en la epistemología, utilizar algunas de las herramientas de design thinking, como el brief (a quién buscas ayudar con tu investigación y qué problema intentas resolver) o los diagramas causa-efecto, te permiten tener una visión global más nítida en todo momento.

Generalmente asociado a costes reducidos

Si aplicas DT a tu tesis, en los casos en los que es posible, antepones la creatividad y la experimentación a los aspectos más teóricos y tradicionales. La experimentación continua y la evaluación de resultados en prototipos ayuda de detectar errores en fases tempranas, por lo que termina traduciéndose, muchas veces, en una reducción de costes y, si hablamos de un proyecto de investigación, incluso de tiempo.

Cómo utilizar el design thinking en un proyecto de investigación

Empatizar

A la hora de establecer el objetivo principal y, en caso de haberlos, los objetivos secundarios, piensa en lo que se conoce como persona profile. Apunta características como edad, constitución física, nivel de estudios, si habita en ciudad o en zona rural, incluso las aficiones de un individuo que será el ejemplo perfecto de todas las personas a quien buscas ayudar con tu investigación.

Ese individuo tendrá unos problemas y tú vas a intentar ofrecerle soluciones. Después, si procede, piensa en un sector de la población (pacientes de un hospital de edad avanzada y cierta deficiencia visual), y ponte de nuevo en su lugar.

Interpretar los resultados

Vas a necesitar conocer cómo ha sido la experiencia de usuario de la gente antes de proponerles tu solución y tras ella. Puedes valerte de encuestas o de cuestionarios anónimos.

Una vez los tengas, toca interpretar los resultados, mediante lo que se conoce como un mapa de empatía. En él valoras qué ha pensado cada usuario al probar tu propuesta y qué ha sentido, cuál ha sido su experiencia (mejor o peor que como se venía haciendo eso mismo antes) y, si es necesario, descarta el prototipo 1 o, si todo va bien, lánzate a por un prototipo 2 que incluya mejoras en los puntos débiles que detectes con el mapa de empatía.

Experimentación

Ahora sí, con tu propuesta definitiva. Puedes utilizar la técnica elevator pitch para explicar a los usuarios, en menos de 2 minutos o con un par de carteles, cómo utilizar ese nuevo aparato para recoger la cita en papel y por dónde han de dirigirse cuando su número se muestre en pantalla, en lugar de llamarles por el nombre, si seguimos con el ejemplo de un hospital y de consultas externas.

Valoración

Aplica las herramientas estadísticas a los resultados obtenidos para la solución que propones como definitiva. Recuerda que esta solución fue modificada gracias a la retroalimentación obtenida antes de tu propuesta del prototipo y tras ese intento o intentos.

Resulta complejo definir qué es el design thinking cuando se aplica a una tesis doctoral o una investigación rigurosa, porque en la propia definición aparecen una serie de condiciones. Sin embargo, los beneficios del design thinking hace que se aplique cada vez a más proyectos aptos para ello, y en más disciplinas.

Esto implica abandonar, por un momento, el mundo académico y pasar a ponerse en el lugar de una persona imaginaria pero muy específica. Como investigador, necesitas comprender qué problemas tiene y cómo se siente ante ellos ese individuo, para poder brindarle una solución eficaz y, de paso, funcional. Después, regresas al método científico para tratar con todos los datos obtenidos y extraer las conclusiones sobre si tu solución es razonablemente buena o se puede considerar, más bien, un punto de partida para futuros investigadores.

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